– Eustasio Ascacio Velázquez, “Tacho”, y su esposa “Chana”, viven en el ejido Tenochtitlan, en el desierto de Ocampo, Coahuila, entre la sierra del Chilicote. A pie de sierra, tienen una casa levantada con pedacería que el propio “Tacho” trajo en burro. Sin una mano y una lesión en el nervio ciático, “Tacho” tardó unos tres años en construirla. Solito, así, con pura cal y cemento.
“Tacho”, un hombre flaco y correoso de 67 años, es uno de los 36 ejidatarios que sigue viviendo en las tierras que hace 45 años el Gobierno mexicano les entregó, pero por las que aún luchan. Otros 33 compañeros ejidatarios –dos ya murieron– que van de los 40 a los 70 años, mantienen desde hace 14 años una pelea legal. Es una disputa entre mineros y la compañía minera. Una resistencia entre mineros molidos de trabajo, con pensiones de 2 mil pesos mensuales, y la minera canadiense First Majestic, dueño de la mina La Encantada que en 2017 tuvo ingresos diarios por más de 102 mil dólares. Unos pobladores amantes de la tierra y una minera que se […]
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